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Sensación De Vida

-Tal día hizo un año...

(85/66) Roedores del alma

Como roedores del alma, tanto el dolor como la tristeza pueden conseguir que perdamos la razón. Minan nuestro sentido común a base de inyectar negatividad, estrangulan nuestro corazón impidiendo una circulación fluida hacia el cerebro obligándonos a pensar sin claridad.

Cuando nos invaden, nuestros pensamientos son funestos, transgresores de toda lógica, auto-destructivos, conduciéndonos a una calle en la que no vemos la salida, casi siempre la hay, pero no la vemos, atormentándonos, torturándonos, conduciéndonos a una caída libre en un agujero oscuro e infinito donde el fondo no llega nunca. Pero el tiempo, dueño y señor de nuestras vidas, siempre despótico y en ocasiones, cruel, se convierte en amable curandero, balsamiza nuestra tristeza y nuestro dolor con su discurrir. Poco a poco nuestros ojos se acostumbran a la oscuridad, conseguimos zafarnos del estrangulamiento al que está sometido nuestro corazón, recuperamos el fluido sanguíneo, nuestras ideas se aclaran y los pensamientos se tornan grises. Llegamos al fondo; nuestros pies, obedeciendo a nuestros instintos de supervivencia y autodefensa, se apoyan y nos impulsan hacia la luz.

Sucios, malheridos, doloridos y enfermos, empezamos una recuperación lenta, en la que las recaídas son inevitables pero cada vez más distantes. Sonreímos, un gesto tan reconfortante y sencillo, impensable e imposible en esos momentos de delirante dolor. Recuperamos las ganas de amar, de reír, de hablar, en fin, de vivir.

Habrá cicatrices que no desaparecerán nunca, pero hemos salido reforzados, hemos aprendido a valorar lo que teníamos y que no apreciábamos en su justa medida, a querernos un poquito más, a agradecer el valor de la amistad, la compañía incondicional de los amigos o el calor de la familia. Hemos ganado sabiduría, de una manera cruda, sangrante, dura, pero que nos servirá en experiencias futuras.

DEDICADA A "MIS NIÑAS". Gracias, preciosas, por esos momentos.

(75/66) Más deseos y propósitos.

Estas dos entradas las escribí en diciembre del año pasado, cuando las he releido he tenido el impulso de volver a compartirlas con vosotros, no sé, pienso que dicen tanto de mi y que siguen tan vigentes e incrustadas en mi alma que quizás compartirlas de nuevo me ayude a alejarme un poco, a conseguir desprenderme de la impotencia y el dolor que describen y poder disfrutarlas desde la distancia.
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***DESEOS PARA EL AÑO NUEVO***

Desearía que mis brazos se convirtieran en ramas protectoras y que rodearan con un abrazo cálido a todos los que inundáis mi corazón de cariño.

Desearía que mis manos, torpes y bruscas, se volvieran bálsamo y que a todos y cada unos de vosotros, entes maravillosos, únicos e irrepetibles, se os llenara de dicha el corazón al notar su amistoso contacto.

Desearía que mi abrazo fuera un puerto, un remanso de eterna serenidad, un lugar seguro para todos, en donde pudierais descansar de la ardua batalla que es vivir. En donde el consuelo estuviera garantizado y que la desdicha, el desamor y la tristeza fueran ínfimas nubes que se alejaran empujadas por una brisa suave hacia un horizonte muy lejano.

Desearía poder calmar con susurros el llanto que os acongoja cuando las cosas no salen como deseáis y cuando os sintieseis maltratados y torturados.

Desearía el don total de la palabra para tener las justas que llenaran vuestra alma de la seguridad de sentirse comprendido y las necesarias para contestar a vuestras dudas, difuminándolas en certezas.

Desearía que la luz de vuestros ojos iluminara mi transcurrir de manera permanente, y que mis deseos se cumplieran sin perturbar el logro de los vuestros y que ya no necesitarais del puerto, ni del remanso de eterna serenidad que mi abrazo os brindaría porque significaría que habríais logrado todos y cada uno de vuestros sueños más deseados, más recónditos, más íntimos.

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***FELICES FIESTAS***

 

Se acercan unas fechas de vista atrás, de resumen, de punto y seguido, punto y aparte, de disfrutar de los éxitos obtenidos, de enojarnos un poquito por compromisos que ya no cumpliremos, de satisfacciones personales y algún que otro fracaso...

Días de añoranza por las personas que no están con nosotros pero también de reencuentros gratos y necesarios para nuestra alma. Días con un vaivén continuo entre la alegría y la tristeza. Días de locuras gastronómicas, sales de fruta y sueño escaso, días para disimular la manía que le tienes a ese familiar que te cae como una patada o de disfrutar de aquel otro que solo puedes ver en estas fiestas.

Este año ha sido duro, y estas fechas van a reforzar mi sensación de vacío, de carencia. Recordar costumbres y gestos que jamás se repetirán, la sonrisa que jamás volveré a ver, esa voz que no escucharé, besos y achuchones que no le daré, gracietas que no repetiré porque ya no está ella para reírse con mis bobadas pues estaban destinadas a provocar su risa, fácil y cálida. Ya no la veré aparecer por el pasillo, con cara de golfillo pillado en falta pues sabía que nos íbamos a meter con ella, luciendo la misma blusa de fiesta guardada año tras año para la Noche Buena, detalle que había convertido en tradición familiar. Ya no percibiré su contagiosa vitalidad, ni sus enormes ansias de vida.

Y veré la tristeza en la mirada de mi hermana, echándola aún más de menos que yo si cabe.

Espero que el año que va a empezar sea un poco mejor, más benigno, menos doloroso, que ese propósito de Año nuevo, vida nueva se convierta en Año nuevo, vida mejor, para mí pero también para todos.

Felices fiestas, y que el año nuevo os sea propicio y sobre todo lleno de Amor, que es lo que realmente mueve nuestras almas y llena de calidez nuestros corazones, nos hace valientes y valiosos, nos motiva para superarnos y tratar de ser, de sentirnos, todos y cada uno de nosotros, la persona más importante del mundo.

 



(64/66) Algún día...

Si puedes reír sin miedo ¿por qué no puedes llorar sin miedo?.

Algún día aprenderás a llorar sin temor y conseguirás rehumanizar tu alma embrutecida de desengaño.
Algún día lograrás escalar las cimas de las montañas más altas para dar rienda suelta al dolor destructivo que corroe tu corazón solitario.
Algún día destruirás los muros que te empeñas una y otra vez en construir al rededor de un mundo desorientado.
Algún día destinarás tu tiempo a ser feliz y no a dejar pasar tu vida en un continuo sentimiento de culpa y demostraciones carentes de valor.
Algún día lograrás alejarte lo suficiente para que nada ni nadie pueda destruir tus débiles defensas, y desde la distancia 
adquirirás el equilibrio que te aleje del continuo abismo al que te enfrentas.
Algún día aprenderás a disfrutar del amigo sincero sin pensamientos manchados de desconfianzas que te conducen al profundo agujero de una soledad mal adquirida.
Algún día amanecerás realmente fuerte, sin fisuras, sin máculas, sin lastres y podrás recorrer una vida que sientas tuya en plenitud.
Algún día anochecerás sin temor a dejar la vida, respirarás la calma del que tiene la conciencia tranquila y los papeles en orden, viajarás sin equipaje y podrás cerrar los ojos sin el miedo agazapado en tus párpados.
Algún día, estoy segura, yo también lo lograré... algún día...