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Sensación De Vida

Palabras desde el alma

(137/66) De siempre... para siempre

De siempre, me resulta más fácil comprender y asimilar mis sentimientos cuando los leo. Cerrar los ojos, buscar el motivo o el momento, pensar en la reacción que me producen… tratar de trasvasarlos al papel describiéndolos hasta completar su totalidad… Así empezó el blog y así ha seguido siendo en cada entrada.

Por primera vez en mucho tiempo no tengo la necesidad de escribir sobre ellos. Son tan intensos y tan nítidos, tan claros… no necesito pensarlos para asumirlos, no necesito verlos escritos para entenderlos ni necesito releer la entrada para saber lo que siento.

Desde que no estás el frío es más intenso, la soledad más desbastadora y la distancia más desesperante. Supiste hacerte indispensable, poco a poco, sin ruido, filtrándote en mi alma destruiste mi recalcitrante desesperanza. Aprendí tu tristeza oculta tras esa perenne sonrisa, aprendí tus miedos a través de tu hermosa mirada, aprendí tu inseguridad por tus sinceras palabras… y aprendí a amarte.

Quiero adivinarte, quiero presentir lo que deseas, dedicarme a hacerte feliz, conocer cada centímetro de tu piel, de tu alma, de tu pensamiento. Quiero perderme en ti, en tus sombras y tus luces, recorriendo despacio la distancia inexistente. Beber en tu sonrisa y vivir en ti, para ti, para nosotras.

Nuestras mochilas están repletas de pasado, hermoso a veces, otras no tanto, pero ese pasado nos ha traído al presente y nos está abriendo una ventana al futuro. Un futuro que, si tú quieres, podemos vivir juntas o, mientras no podamos hacerlo, sentirnos juntas. Te siento parte indispensable de mí.

Quiero que comprendas que mi camino es recto y sencillo, sin recodos oscuros ni intrincados laberintos y que, para recorrerlo, solo es necesario un corazón enamorado. Quiero que comprendas que para abrir la puerta de mi alma solo la has de empujar pues no está cerrada con llave, nunca lo ha estado ni nunca lo estará, solo debes tener la curiosidad y la necesidad de hacerlo. No hay cancerbero intransigente pues no encierra tesoros que custodiar; es un alma sencilla en la que solo hay una habitación en la que habita mi esencia. Me gustaría que recorrieras sin miedo las veredas de mi corazón… todas conducen a un solo centro, a ese habitáculo lleno del amor que siento por ti.

Cuando nos conocimos tuve la percepción de que contigo sería distinto, de que tú eras distinta, y eso me gustó. Realmente no fui yo la que te escogió, la que quiso amarte; fue mi corazón el que te eligió, el que supo ver que eres especial, el que se dio cuenta de que yo me encontraba bien cuando tú estabas cerca, el que sentía el calorcito de tu lejana presencia. Él venció y se te entregó sin dudas. Yo, en largas y solitarias conversaciones, intentaba hacerle comprender la dificultad de la distancia pero no entendió a razones: estaba entregado a ti. Y cuando mis ojos, mis manos y mi alma te conocieron no pudieron más que darle la razón.

Amo tu cuerpo y lo que me permites vislumbrar de tu alma, amo tu bello espíritu, tus ganas de vida, tu necesidad de amar. Amo tu inquietud y tu tranquilidad, tu curiosidad, tu interés. Amo tus silencios pues me impulsan a imaginar lo que piensas incluso con riesgo de equivocarme. Amo el reto de enamorarte a cada instante a pesar de saber que puedo no lograrlo. Mi corazón se arriesgaba a amarte sin medida ni tiempo… no había prisa… tenía toda mi vida para amarte. Y ahora, amarte se ha convertido en una necesidad, amarte cada día, a todas horas, sentirme tuya, pero, sobre todo, que sientas que soy tuya, transmitirte la felicidad que siento por haberte encontrado. Quiero que comprendas que amarte es lo más importante que me queda por hacer. Descubrirte es mi mayor deseo, el único objetivo de mi vida. Que el resto es, sencillamente, inercia de vida.

Te amo, Mi Alma.

(128/66) Cuando no te siento... cuando te siento

¿Qué siento cuando no te siento?... Pues siento que no te siento, porque no te entiendo, porque no me entiendes y me desespero. Siento que nada es lo que parece y que nada va a ser nunca real. Siento que no consigo hacerte llegar lo que me inspiras, de que hay una pared trasparente entre mis dedos y tus dedos que aparece cada vez que extiendo mi mano hacia ti, haciéndome sentir el frío tacto del cristal inerte y que impide que sientas el calor de mis manos; que da igual lo que diga o haga, pues está todo dicho. Y todo esto me mortifica porque pienso que tendríamos algo que vale la pena, aparte de lo que pase entre tu piel y mi piel, aparte de lo que suceda entre tus ojos y los míos, y que se está rompiendo antes de que sea real. Que estamos condenadas a que no suceda y no porque no queramos sino porque no sabemos como hacerlo. Siento que algo impide que mis manos extendidas toquen tus manos extendidas, que nuestras voces se conozcan y que nuestras miradas se crucen, siento que hay algo que impide acercarnos y no está en mi ni en ti sino que está en la forma en que hemos empezado todo esto.

Esto es lo que siento cuando no te siento, pero… ¿qué siento cuando te siento?, pues siento que mi corazón te necesita más que a la sangre que bombea, esa misma sangre que me permite sentirte en cada sístole, en cada diástole, en cada movimiento vital de mi órgano necesitado de ti, de tu cercanía, de tu palabras, de tu presencia a pesar de esa ausencia que cada día pesa más y más. Y siento que me destruyo cada vez que construyo tu imagen, cada vez que moldeo palabras que perfilen lo que siento, cada vez que siento que te necesito para sentir de nuevo la cordura en mi alma, esa loca cordura que me impulsa a amarte a pesar de no sentirte, a sentirte en mi piel a pesar de no tenerte, a percibirte en mi día a día a pesar de no ser real. Esa cordura que te desea a mi lado, ya, con urgencia. Y siento que quiero perderme en tu aliento, en tu mirada, en tu olor y en tus veredas. Y siento que necesito destruirme pues en esa destrucción renazco para ti en ti, no hay más meta que tú y me gusta esa sensación de exclusividad, de crearme cada vez que te siento.

Esto es lo que siento cuando no te siento, también lo que siento cuando te siento... cada día me es más fácil e imprescindible sentirte y más difícil no hacerlo… ¿Qué sientes tú, Mi Alma?.

(110/66) Sueño de ausencia

En estos momentos en los que mi respiración es pausada, mis latidos tranquilos y por compañía tengo el lento tic-tac de un reloj rompiendo el noctámbulo silencio, mi única sensación exterior es tu ausencia que, como una suave brisa acariciando mi piel, hace que me estremezca de frío. Y en estos momentos cierro los ojos y pronuncio tu nombre y el eco, rebotando en las paredes de mi soledad, me devuelve tu imagen nítida, veo tu cálida sonrisa ilusionada jugueteando en tus labios y tus ojos chispeando felices, mirándome. Mi cabeza se llenas de nuestras palabras, de las que hemos utilizado en nuestras conversaciones y también de las que se han quedado atrapadas entre las ramas de nuestros silencios. En esos silencios que rellenamos de besos y caricias imaginadas, en esos silencios en los que nuestra respiración se acompasa al son de nuestras manos surcando nuestra piel y en los que te imagino cabalgando sobre un mar de olas embravecidas, rodeada de espuma y sabiendo a sal. Y tras la tormenta, tu ausencia te devuelve a mí, cansada, mecida por las olas, recostada en la playa, a la orilla de ese oleaje que te asilvestra y te doma, que te destruye y te construye en cada golpe de mar. E imagino nuestros cuerpos acostados, totalmente extendidos, boca arriba, con las manos enlazadas, agotados y felices, recobrando fuerzas para afrontar la próxima tempestad que se avecina. Y tu ausencia se difumina entre los rayos de sol evaporándose con las gotas de agua que hacen brillar tu piel... una sonrisa se dibuja en mi corazón y una palabra vuelve a surgir de mis labios: Vida.

(108 /66)Tomando fuerzas.

Me levanto y comienzo a caminar despacio; me estiro dejando que mis músculos, rígidos por el hecho de haber mantenido la misma posición durante demasiado tiempo, se vayan desentumeciendo poco a poco. Mis ojos se van acostumbrando a la luz después de tenerlos fuertemente cerrados esperando a que el dolor pasase; me sorprende que mi cuerpo responda.

Hay algo que me impulsa a caminar más deprisa pero contengo esas ganas de acelerar mi paso, comprendo que debo controlar mi respiración y los latidos de mi corazón, necesito hacerlo para que todo vuelva a esa tranquilidad que tanto he añorado estos días.

Mis ojos empiezan a captar las imágenes que me rodean y los colores empiezan a tomar fuerza a medida que avanzo; me relaja eso de que los azules, los morados, los verdes, los amarillos... vayan impresionando mis pupilas. Mi respiración se vuelve sosegada, ya no me cuesta respirar, la opresión del pecho y de la garganta han desaparecido y mi paso se vuelve mas seguro. Respiro profundamente; olores olvidados impregnan mis sentidos, los percibo como si fueran nuevos y sorprendentes, como si nunca los hubiera disfrutado antes.

Mi mirada consigue captar los detalles del lugar en donde estoy y una sonrisa de alivio se dibuja en mi rostro. Un sentimiento de gratitud inunda mi corazón. Extiendo mi mano y ahí estás tú, Vida, y con el cálido contacto de tu piel me devuelves la sensibilidad de mi cuerpo, hundo mi cabeza en tu pelo y en él me pierdo, su olor me retorna a momentos mágicos y tus labios avivan el deseo que, ahora me doy cuenta, jamás me ha abandonado ni nunca lo hará. Y comprendo que quiero que estés conmigo y que me permitas estar al tuyo, que formes parte de mi vida aunque sea en la distancia.

(104/66) Hola, Vida.

¡Qué difícil se me hace hablar de ti, Vida!. No quisiera que pensaras que el motivo es algo extraño u oscuro... Sabes que me encanta llevarte a mi lado y, orgullosa, presumir de ti, sentirte, mirarte continuamente... Quizás me cueste porque te has filtrado por los poros de mi alma hasta lo más profundo de mi ser y la manera como ha ocurrido es lo que me desconcierta. O porque me generas tantas sensaciones que me resulta imposible asumirlas a la misma velocidad que las provocas. Dices conocerme más de lo que pienso y no lo dudo, entonces perdonarás mis silencios aunque puedan desconcertarte, mis miedos aunque no entiendas su motivo... Y mis miedos ahora no están centrados en ti, en lo que de verdad te inspiro, en lo que de verdad sientes por mí, porque te creo cuando me lo dices, cuando me lo susurras... están centrados en que lo que realmente quieras es que todo permanezca en este lado del mundo, que se quede en esta virtualidad en donde nos hemos conocido, en donde seguimos estando... temo quedar atrapada en ella.

Entendería si no me creyeras si te dijera que podría asumir lo contrario, porque ni yo misma lo sé, pero aún así quisiera saber... quisiera saber si estarías dispuesta a dar un paso más, si te gustaría conocer mi voz, conocerme en persona.

Quiero susurrarte al oído lo que siento, escuchar tu voz y tu sonrisa, disfrutar contigo... y necesito saber si compartes mi deseo: el de mirarnos a los ojos.

Si no es así, no podría reprochártelo, pues aquí, en la virtualidad, ha nacido nuestra relación y aquí empecé a amarte, aquí me has regalado momentos mágicos e inolvidables, aquí te tatuaste en mi piel y aquí aprendí a desearte como jamás he deseado a nadie nunca.

(96/66) Te... Me... Contigo.

Te propongo:

Convertirte... en mi destino.

Dedicarte... cada suspiro.

Vivirte... en mis sueños.

Construirte... en mis brazos.

Modelarte... en mis manos.

Disfrutarte... en mis labios.

Aprenderte... en tus movimientos.

Saborearte... en tus sonrisas.

Adivinarte... en tus palabras.

Escucharte... en tus silencios.

Incrustarte... en MÍ...

Y quiero:

Tatuarme... en tu piel.

Disolverme... en tu esencia.

Complicarme... en tu pelo.

Esculpirme... en tu aliento.

Impresionarme... en tus ojos.

Recorrerme... en tus dedos.

Comprometerme... en tu talle.

Reinventarme... en tu ausencia.

Empaparme... en tu néctar.

Encontrarme... en tu soledad.

Confundirme... en TI...

Balsamizar cada dolor, cicatrizar cada herida,

descubrir cada estigma y que borres tus recuerdos... CONMIGO.

Recoger las lágrimas que la vida te provoque

y diluirme bajo las gotas de una fina e intensa lluvia... CONTIGO.

(95/66) Diálogos entre almas y III

Y mi alma:

Exige a mi boca, de nuevo, que retorne a su delirio verbal, ese desvarío dulce y excitante que la proximidad de tu alma provoca en mí y que consigue que toda mi cordura se diluya entre palabras. Y mi razón lúcida se pierde entre los sonoros ecos de más y más palabras, ecos infinitos que las alejan pero que las mudan eternas a nuestros oídos, convirtiendo el diálogo de nuestras almas en una melódica sinfonía de susurros electrizados... sublime coro de voces del alma sincronizadas y entrelazadas por el azar en esa noche en las que tejimos nuestro manto.

Y nuestras almas:

Confiadas, sorprendidas y plenas de agotamiento yacen tendidas envueltas en los ecos de nuestra imaginación desbordada. Las sonrisas sustituyen a las palabras, nuestros labios callan cómplices de un silencio repleto de ecos y nuestras miradas imaginadas las repiten, hechizándolas, convirtiéndolas en los minúsculos granos de un inexiste reloj de arena que marca inexacto nuestro tiempo, ése que convierte los minutos en horas... las horas en años... y que nos transmite la cálida sensación de que nuestras almas conversan así desde siempre... que esa noche, mágica, exhaustiva y voraz, se repite en cada encuentro, cada vez que conversan en silencio.

(94/66) Diálogos entre almas II

Y tu alma me dice que:

Siga buscando, que siga pronunciando esas palabras que surgen de mi garganta, de mi corazón, de mis tripas... ésas que describen que siento, como te siento... incluso ésas de las que aún no sé su significado... también aquéllas de las que no quiero, de las que me niego a saberlo y que no pasan por el selectivo tamiz de la razón lúcida...

Y mientras la escucho, mido décima a décima la temperatura de un cuerpo imaginado, recorriéndolo con mis ojos cerrados, acompañándolos con mis manos, con mi olfato, con mi oído, con mi lengua... mi mente sigue incansable y mi boca, manantial inagotable las retoma insaciables como un torrente desbordado. Moldeo la figura de ese cuerpo imaginado en el barro que recojo en ese río de la imaginación salvaje, provocada, encelada y exigente. Manejo la arcilla para modelar una escultura de belleza única, me deslizo entre los sobrantes de ese barro hechizado y rebozo con ellas el bosquejo, para seguir modelándola una y otra vez, como artista obsesionada.

Me detengo y las palabras provocan mi nausea al notar como se agolpan en la garganta... con esfuerzo las devuelvo a mi estómago evitando el vómito causado por ese silencio indeseado, tan poco consistente que desaparece cuando tu alma, bajo nuestro manto, me repite con apremio: sigue pronunciando esas palabras...

(93/66) Diálogos entre almas

Y mi alma te dice que:

En esa noche nuestras palabras se convirtieron en hilos que se fueron entrelazando imperceptiblemente. Expectantes en la sorpresa de ese encuentro fortuito, atrapamos esos hilos y enhebramos la aguja con la que tejimos el hermoso manto de vivos colores que cubre ahora nuestros momentos, gozándolo en cada una de nuestras conversaciones, disfrutando de su cálido contacto cada vez que yacemos bajo su cuidado.

Me asombra la facilidad que tienes para desnudar mi alma, me tomas y me llevas hasta tu almohada... nos cubres con nuestro manto... y yo viviría así para siempre, mi cabeza recostada en tu regazo, con tu mano acariciándome y escuchando el latido de tu corazón, a veces acompasado, otras... desbocado, pero siempre rítmico, siempre moviéndose al compás que le marcas con tu deseo. Acompaño con esta mi voz tu respiración, susurrándote todas las palabras que he buscado en cada recodo, las que he encontrado por los rincones de mi errático camino, todas las que he intentado inventar para describir mis sensaciones, todas ésas que sé que deseas escuchar de mis labios y que, por ti, brotan con facilidad, buscándote, deseando llegar a un destino.

Y tu respiración se acelera y mis palabras se acoplan a tu velocidad de vértigo, busco sin descanso esas palabras que te hagan feliz, esas palabras que anhelas... y que, al fin, tienen destino.