(51) Dueña del silencio
Si hay algo que me encanta son las palabras, la hermosura de la palabra en sí, la belleza del significado, la palabra pregunta, la palabra respuesta, la palabra dardo, la palabra escudo: hay palabras bellas sin significado, palabras feas llenas de contenido, palabras que me llenan el alma y palabras que manchan mi corazón por su obsceno sentido ofensivo. Me podrán gustar más o menos pero: Son siempre palabras. Las asumo como parte del mensaje, pero no siempre puedo compartir su significado. Cuando tus palabras dardo me hieren, mi instinto se defiende ¿te extrañas?, mis palabras escudo saltan en mil pedazos convirtiéndose en palabras dardo: solo me estoy defendiendo, ¿te parece curiosa esa reacción?, a mi me parece natural; pero, a veces, en mí surgen sin poder evitarlo, las palabras silencio cuando me encierras en un atolladero sin sentido. Hemos hablado mil veces del dolor del silencio, del vacio arrollador que genera cuando la incomprensión te convierte en diana de su juego, ¿qué pasa cuando el centro eres tú? ¿no gusta, verdad?. ¿A qué no se entiende?. Y cuando soy diana de palabras sin sentido...¿qué esperas que sienta? ¿Cómo esperas que reaccione?. ¿O eres tan bueno que no mereces los que te hacen los demás?, pero ¿y lo que haces tú?. Llama la atención de que la única arma que utilices sea el insulto, la descalificación interesada, la ofensa escondida tras una nube que todos sabemos de donde viene y lo que significa, que siempre esperamos que seas lo suficiente adulto y maduro para que te des cuenta pero que todos callamos para evitar (equivocándonos como siempre) un daño que siempre acaba por escupirnos en la cara, porque al final el único punto de comparación es: lo maravilloso que eres tú. Así es fácil que pierdan los demás ¿no crees?. Casi preferiría el silencio, es menos terrorista y más respetuoso, también más ambiguo aunque eso no siempre sea malo, por mucho que nos empeñemos en pensarlo: la ambigüedad da pie a la justificación, a la causa por efecto, al perdón por enajenación momentánea, al lo debí entendí mal, al perdón por adelantado incluso, a tener tiempo para meditar antes de dictar sentencia...Pero cuando, pasada la pretendida nube, sigues sin pensar en ello y no hay ambiguedad, lo que puedo pensar que piensas es: "Mis valores y los tuyos no tienen punto de comparación, los tuyos tienen el don de la verdad absoluta". Para tí, claro. No me estás dejando espacio, no me estás dejando aire para respirar. Si quieres asfixiarme, adelante, pero no te sorprendas si me defiendo con uñas y dientes.
Hoy necesitaría ser dueña del silencio, dominar su poder hasta lo insospechado, ser la reina de un mundo mudo, donde la reflexión dominara antes que la palabra, la fácil palabra escondida tras la descalificación personal injustificada e injusta. Donde dominar la palabra no me pusiera entre la espada y la pared cuando tengo tan claro cual es la espalda que amo y la pared que quiero, y sujeto mi lengua para no caer en tu estela, porque no quiero caer en la red que tú has caido. No me pongas tan evidentemente en tal dilema, creo que el resultado es fácil: Lo que amo justifica mi decisión; tu ceguera me impide seguir a mi querer. Me siento rechazada de antemano, condenada sin que me sea permitida ninguna defensa. Podrás explicármelo con palabras grancilocuentes, vacuas, claro, como siempre que se utiliza la prepotencia y la auto justificación como solapa de la verdad personal, pero solo tengo un argumento: piensa. Seguro que, en tu fondo, me darás la razón.
Últimamente escucho más ruido que sonido, más palabras innecesarias que silencios inteligentes, más dolor del necesario para ver gigantes donde solo hay molinos. No me creo merecedora de tu desmensurado castigo, lo siento, no lo veo, perdóname: solo hay molinos.
(Esta es una de las entradas que prometí no volver a escribir: espero que sabreis perdonarme)
10 comentarios
Conchi -
Gracias por la visita y claro que nos seguiremos mirando.
Un beso, guapísima.
Conchi -
Conéctate pronto.
Un beso, preciosa.
loli -
Raquel -
Millones de besos preciosa.
Conchi -
Un beso, guapa.
siloam -
me decía un amigo, tras una reunión con la comunidad de vecinos: ay, me voy hacer hermitaño, que gritos!
besiños.
Conchi -
Un beso, guapo.
Conchi -
un beso, guapísima.
Reno-de-Roja-Nariz -
Compadezco al destinatario de tus iras, porque, aunque los dardos siempre serán menos de los que anuncias, seguro que serán certeros.
¡Cuídate, guapa!
Shi -
Para esto mi marido tiene un dicho, y va creo que ni pintado: "Si se pudiera hablar y quedar a bien; ¿Cuantas cosas no diriamos?
Yo creo que cuando las palabras duelen, es mejor recurrir al lenguage corporal, una mirada, y dejar que los gestos demuestren la tozucez de nuestras palabras queriendo llevar razón. Los sentimientos son tan exclusivos, que solo los gestos lo demuestran...
Cienes de besitos pal andando.