154/66 MIRADAS DESDE EL OTRO LADO
Cierro los ojos y recuerdo sus voces, sus palabras,... también sus silencios; esos silencios elocuentes que completan del todo lo que las palabras no son capaces de trasmitir. Recuerdo cada instante, las conversaciones,... las miradas; esas miradas cómplices de quienes se conocen, de quienes se quieren aún sin que tenga demasiada explicación ese afecto...
Mi recuerdo retrocede en el tiempo, hacia conversaciones en donde no había ojos ni gestos ni rostros ni manos... donde el conocimiento mutuo era a través de frases demasiado cortas, demasiado concisas para adivinar apenas retazos de alma o a través de escritos paridos en momentos de íntima soledad... Y, a pesar de la dificultad, en aquellos momentos aprendí a quererlas.
Abro los ojos y veo los suyos, sus rostros, sus manos, sus gestos... y me resulta absolutamente exquisito tenerlas a mi lado, hablándome, contándome ya con voz, con risas, con gestos, con miradas... lo que entreví a través de una pantalla hace algún tiempo.
Ya estoy en casa y, lentamente, recupero mi rutina pero la fragancia de las bellas rosas blancas con las que he estado compartiendo estos días continúa a mi alrededor y, a pesar de la teórica distancia, la esencia de cada una de ellas perdura en mi alma, reconfortándome y haciendo que el mundo, mi mundo sea cálido, grato y más confortable.
P.D. 1: Isa, Gó, Gloria, María... gracias infinitas por estar en mi vida.
P.D. 2: María, sé que lo de estar en mi vida te vino de rebote, pero, hija mía, lo siento... ¡es lo que hay!... jejeje.