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Sensación De Vida

-Sensaciones personales

(126/66) Voy necesitando...

El silencio es el mejor refugio de la tristeza, tanto de la inspirada como de la propia, de la del corazón como de la del alma, tanto de la profunda y opresiva como de esa otra tristeza casi cálida, suave e íntima que se llama melancolía. Siempre me han gustado mis silencios pues me permitían escuchar pero este último silencio me ha resultado demasiado espeso y oscuro pues lo he utilizado voluntariamente para no tener que pensar, para no obligarme a entender, para no tener que reconocer y asumir… demasiadas sensaciones en demasiados frentes, demasiadas desilusiones en demasiado poco tiempo... necesitaba tiempo y espacio y me permití ese dudoso lujo.

Esa opresión que siento en el pecho se me está haciendo cotidiana, muy familiar pues apenas desaparece, vive en mí desde hace tiempo, no es grande pero si persistente aunque a veces sube el volumen de su insistencia y consigue aumentar la sensación de agobio. Un profundo desencanto, una desilusión lacerante que escarba las capas mas profundas de mi ser, formando una sima desconocida y, a veces, deseada y tentadora pues dejarme caer en ella significaría dejar de pensar y sentir. Pensé que había encontrado a la persona que le importarían mis silencios, que los comprendería sin sentirse herida, que trataría de romperlos sin provocar daño, pero no ha sido así. Quizás sencillamente no había llegado el momento, quizás solamente fue un espejismo provocado por mi necesidad de amar o quizás no era para mí y otra tendrá la inmensa fortuna de contar con ella. Me parece justo pues la misma persona que despertó mi ilusión, se arrepintió de haberla despertado, me parece justo pero no por ello duele menos.

Voy necesitando escuchar un latido que no sea el de mi corazón, de sentir una respiración que no sea la mía. Voy necesitando escuchar: ¿En que piensas?, y permitir que sea mi alma la que responda. Voy necesitando sentir de nuevo la concentración que me despierta sentir otra piel en mis manos, escuchar esa piel mientras la siento y mientras la imagino. Voy necesitando que alguien sienta lo mismo por mí. Voy necesitando sentirme necesaria y que no soy un ser más pululando por este mundo.

(125/66) Disculpas

Bueno... aparezco para que quede constancia de que sigo en este mundo... en éste y en el planeta Tierra, también. Tras una época un tanto difícil en el ámbito laboral, a un cambio de horarios que me atan más que antes para poder dedicarme, con la atención que merece, a pasear por vuestras casas (Mis secretas escapadas... no tenéis ni idea de como os echo de menos), sumado a mi casi siempre deficitario estado de ánimo de un tiempo a esta parte, he andado un poco desaparecida; espero irme situando y acostumbrando a este nuevo entorno y retomar todas estas cosas que me permiten estar en contacto con vosotros, este contacto que siempre me sienta tan bien y que consigue que ese estado de ánimo un tanto endeble se revitalice un poco. Deciros que, a pesar de esta separación momentánea y un tanto involuntaria, os llego conmigo en un rinconcito muy especial de mi corazón. Daros las gracias por vuestros comentarios; me encantaría poder hacerlo de uno en uno, como siempre, pero debo pediros perdón por no poder hacerlo así.
Os quiero y os echo mucho de menos, un beso para cada uno de vosotros, mis niños.

(124/66) Desequilibrio

Hoy me he sentado a escribir, lo necesitaba después de tantos días sin querer analizar mis sensaciones, ¿cobardía? ¿auto defensa?... no sé, quizás sencillamente indiferencia. Me pregunto por primera vez en algún tiempo como me siento y la respuesta es difusa, igual que el ánimo que me embarga. Tristeza, impotencia, desubicación, desilusión, desencanto, incredulidad, enfado… un estado anímico un tanto apático y muy desconcertado. Captar cada una de las sensaciones que me someten no es fácil y todo ello con el agravante de que realmente me da igual saber como me siento.

Me he levantado con la sensación de que nada se termina, de que hay puertas que no se cierran nunca, de que sigo inmersa en el mismo bucle en el que me sentí y en el que aún me siento atrapada, sigo arrastrando situaciones del pasado pero no por apego sino por obligación, de que haga lo que haga da igual y de que no saldré nunca de esta situación. Quiero avanzar pero no encuentro la forma de hacerlo por más que lo intento. Vuelvo a tener que empezar algo sin que me hayan permitido acabar lo anterior, vuelvo a escuchar palabras que no se corresponden con lo hechos, vuelvo a tener que esperar, a crearme unas expectativas que cada vez me cuestan más generar y creerme. Estoy cansada y aburrida de personas que muestran una total indiferencia por los sentimientos ajenos, que dicen y no hacen, que se creen y no son, y tener que escucharlas con una sonrisa en la boca y cara de creerme lo que me están contando. Necesito que algo salga bien sin que aparezca algo que lo destruya, que mi serenidad vuelva y que mi cotidianidad se convierta en eso: en algo que, por previsible, sea tranquilizador; que cada día no surja algo que impida que eso sea así, convirtiendo lo habitual en una continua sorpresa inquietante o desequilibrante. Necesito poder disfrutar de esas otras sensaciones que me aportan las personas y las cosas que de verdad importan sin interferencias estúpidas. Me siento cansada, muy cansada.

(123/66) Filtraciones

Sigo inmersa en este momento tan delicado. Un momento lleno de sensaciones como son las que me transmiten los roces de corazón con corazón y los de alma con alma. Inmersa en ese torbellino que provoca aprender a querer, a quererme y dejarme querer, a sentir, a sentirme y a dejarme sentir por personas que ha decidido, de alguna manera, llamar a mi puerta con la intención de entrar y de no quedarse en el umbral, de internarse hasta lo más íntimo y profundo.

Hay quien lo hace como un vendaval, poniendo todo patas arriba, removiendo y provocando algo que, en tu interior, estabas deseando… tener que reorganizarlo todo: sentimientos, deseos, anhelos, ilusiones… Originando una debacle que consigue despertarte de un paralizador letargo no deseado y provocado por la costumbre, la comodidad o por la falta de un incentivo real y reactivo en tu horizonte. Un tornado catártico y esperanzador para una calma ilusoria y falta de motivación y apoderándose de tu corazón y de tus emociones.

Hay quien se va infiltrando despacio, casi ni notas su presencia, entra de puntillas, haciéndose dueño de tu ternura, tu aprecio y tu cariño poco a poco, sin ruido. Nunca perturba tu calma, más bien, al contrario: apacigua tus instantes de furia compartiendo los suyos; convirtiéndose en alguien esencial y permanente, pautando tu vida, permitiendo que recuperes tus ritmos a fuerza de palabras tranquilas, de sentimientos disfrutados o padecidos y aportándote la inestimable riqueza de la compañía desinteresada.

En definitiva, sigo recorriendo mundos; el mío interior y el mundo de las personas que han decidido y permitido que nuestros mundos interactúen mezclándose en la maravillosa amalgama de la diversidad y la complejidad del Ser, esa diversidad que a veces nos asusta pero que siempre nos llena de nuevas enseñanzas, de esa complejidad que nos desconcierta pero que consigue que comprendamos que cada uno de nosotros somos únicos y maravillosos y transformándonos en imprescindibles compañeros de este viaje que es la vida.

Sé que sabréis perdonarme esta ausencia en la que estoy inmersa y, aunque formáis parte de este mundo, el mío, de una manera directa, necesito esta ausencia para retomarme.

P.D. 1: Antherea , no me he olvidado de tu encargo… estoy en ello.

P.D. 2: Butherfly … gracias, ha sido todo un detalle. Eres un cielo. También me pondré a ello, sin falta.

P.D. 3: Mañana es un día muy especial para mí. Mañana hará dos años la primera vez que publiqué una entrada. No puedo más que sentirme agradecida a todos los que me habéis acompañado a lo largo de estos dos años, incluso a aquéllos que ya no ocupan su sofá en mi salita de estar, pues también han sido protagonistas principales de esta andadura. Gracias a todos los que seguís y que me permitís seguir hablando de mis sensaciones con el conocimiento de que estáis ahí pues eso me ha permitido conocerme en otra dimensión y de rectificar comportamientos que me lastraban. Gracias y miles de besos para cada uno de vosotros.

(122/66) De versos y rosas.

Necesitaba un descanso y me lo he concedido. Aunque no es un descanso inactivo, pues lo estoy dedicando a descubrir nuevas, perturbadoras y hermosas sensaciones. Recorro partes de un mundo que estoy descubriendo en mí… debería decir para ser más exacta: que me están enseñando, pues es una parte que solo alguien puede descubrir, alguien muy especial y maravilloso, alguien que ha sabido colarse a través de todos mis obstáculos y mis dificultades. Un descanso repleto de movimiento e impregnado de matices que necesito reconocer y ordenar y que me mantienen expectante, inquieta y rebosante de vida. Es momento de atención y esmero, de mimo y cuidado. Momento de conocimiento y reconocimiento, de sensaciones táctiles y anímicas, de interpretar intuiciones. Momento en el que el instinto es la única razón, de escuchar latidos y poner significado a palabras pronunciadas desde y para un alma recién estrenada. Momento de sincronizar ganas, deseos, sueños e ilusiones; de sentir, a través de los poros y con los ojos cerrados, el tacto y la reacción imaginados. Momento de aprender y enseñar, de comprender, de transmitir sin interferencias, de escuchar con el corazón y a través de la piel lo que el oído no sabe captar, de adivinar intenciones y adelantar acontecimientos, de vivirlos desde antes de que sucedan e imaginar instantes mágicos cuidándolos desde antes de nacer, para disfrutarlos cuando crezcan. De falsa paciencia, de serenidad expectante y sinceridad sin dudas. De que las manos hablen sabiendo que van a encontrar eco en otras manos. De sentir lo que tantas veces he añorado y de hacer sentir lo que necesito expresar.

Nos hemos encontrado y me has recargado de vida, has agitado un corazón que estaba adormecido. Es momento de versos y rosas, de palabras encendidas y delicados pétalos. Mi Vida, es... Nuestro Momento.

121/66 Escribir desde los silencios

He vivido silencios de barro, pesados y fangosos silencios en donde sentía que mis pies se enterraban sin remedio.  Otros han sido de lava,  incandescentes y abrasadores, dejando desolación y desconcierto a su paso. He disfrutado de silencios de oro que, aunque profundamente tristes, han sido enriquecedores por compartidos y comprendidos, asumidos y clarificadores. He aprendido a apreciarlos, a medirlos, a pesarlos y, aunque con algo más de esfuerzo, a romperlos.

Me preguntaron no hace mucho tiempo cuales eran mis defectos y el primero que me vino a la cabeza fue: mis silencios. Sé que puedo herir cuando me sumerjo en uno de esos silencios de barro o de lava, en unos de esos silencios que me permiten respirar sin dolor y que solo consigo en soledad pues su única motivación es la de no entristecer a los que me rodean, aunque entiendo que el efecto que puedo conseguir es el contrario, pues lo que provocan son pensamientos de falta de confianza o de cariño. Como defecto reconocido, trato de superarlo aunque no siempre lo consigo.

Siempre he escrito desde mis silencios, desde esos silencios que me han permitido escuchar los suspiros y las voces de mi alma, de mi corazón, de mis sentidos o de mi cuerpo...  de esas sensaciones provocadas por palabras o por roces ajenos en los oídos y en la piel de mi alma o esas otras encontradas en la mirada, a veces virtual, de las personas a las que siento cerca aunque materialmente se encuentren lejos.

Ahora mis silencios tienen sonido: el de una dulce voz que le susurra a mi corazón como es la brisa, el sol, la lluvia, el rocío... y que despliega todo un Arco Iris de sensaciones que noto en mi estómago. Ahora escribo desde esa voz que me acompaña y me arrulla, que me permite sentir, entender y disfrutar de todas mis sensaciones sin necesidad de que mis silencios me invadan y distorsionen ese sonido que se ha convertido en la banda sonora de mis palabras escritas, pero también en el cálido son de mi alma.

(120/66) Cierro los ojos y sueño

Cierro los ojos y sueño que todos los sentimientos desaparecen, puedo vivir sin sentir nada, soy totalmente impermeable a cualquier sensación, ando por el mundo sin necesitar, sin querer, sin pensar, sin esperar, sin imaginar, sin reaccionar.

Me gusta esta nueva situación, tengo libertad absoluta, puedo moverme sin pensar en las consecuencias, puedo marcharme sin añoranza, sin que me duela dejar a las personas que me quieren (si hay alguien que me quiera o me odie, porque en esa nueva situación no sé cual serán los sentimientos y las sensaciones de los demás, pero no importa), o puedo quedarme, pues nunca más me sentiré triste, ni cansada de la cotidianidad, ni tendré miedo, puedo volar sin nada que me ate porque no tengo arraigo a nada ni a nadie. No tengo pasado que lastre mi presente, tampoco tengo futuro que me obligue a condicionar mi hoy. Continúo viviendo sin dolor, sin tristeza, sin preocupación, sin odio, sin lágrimas, sin amor, sin cariño, sin besos, sin caricias, sin miradas cómplices, sin sonrisas luminosas, sin risas. Veo, como si de una película del Cinexín se tratara el discurrir de la vida de todos los que me rodean, incluso mi propia vida; está bien, parece todo tan plácido, tan aséptico, tan ajeno. No provoca en mí ningún tipo de emoción, puedo presenciar el argumento sin tener que tomar partido, ni decidir, ni sufrir las consecuencias, ni repercutir el fracaso, ni disfrutar de los resultados, ni saborear el éxito. La única decisión es seguir viendo o no seguir viendo ese transcurrir, porque otra opción es desaparecer en el horizonte, echarme a andar sin rumbo, no tengo pautas que seguir, ni deseos que cumplir, ni metas que alcanzar, tampoco se romperán mis esperanzas, porque no tengo esperanzas puestas en nada. Puedo caminar hacia donde mis pies me lleven sin padecer los designios de un futuro que, aunque sea incierto, no me afecta, no me preocupa.

Despierto de mi sueño, abro los ojos y reconquisto mi falta de libertad, mis problemas, mis preocupaciones, mis traumas, mis miedos y mis tristezas, mi amor, mis amigos, mis conocidos, mi risa, su mirada, su sonrisa, sus besos imaginados, sus deseadas caricias. Y puedo amar, ilusionarme, querer, reaccionar, pensar y necesitar; y me doy cuenta de lo bello que es el conjunto, que hermoso es participar en una vida, llena de sinsabores pero, también, de alegrías, de ilusión y de amor.

(119/66) Mientras escribo

Te pienso mientras escribo y mientras escribo pienso que quiero describirte y no puedo hacerlo. Tengo una imagen inmóvil, una sonrisa inmóvil, una mirada inmóvil. Tengo palabras sin eco, besos sin contacto y una piel sorda. Tengo caricias sin cuerpo y un cuerpo sin caricias, tengo ganas sin comida y comida sin comensal. Tengo sencillo el ánimo, el corazón caliente y el alma exploradora.

Y aún así, entre lo que tengo y lo que no tengo, sigo escribiendo mientras describo lo que sueño y mis sueños me susurran lo que deseo y lo que escucho es que mi piel desea ser el eco de tus manos y que tu sonrisa se convierta en un laberinto en donde perder mis labios sin prisa ni cansancio. Deseo enredarte a mi vida, atrapar tus besos entre el vuelo de tu risa y que tus pies calcen mis zapatillas cada mañana.

Quiero que la espera y la distancia se queden olvidadas en el fondo de mi almario, allí donde he extraviado otras esperas y otras distancias, al lado de donde almaceno añoranzas y ausencias.

Necesito perderme en el bosque estrellado de tus ojos, que el amor sea la excusa perfecta de noches perfectas; que nuestras cotidianidades se confundan y nuestros días amanezcan con normalidad uno detrás de otro con el único motivo de sentirte a mi lado.

No puedo describirte pero sí descubrir lo que me haces sentir, lo que tengo, lo que no tengo, lo que sueño, lo que deseo, lo que quiero y lo que necesito... Todas esas sensaciones que hacen que mi corazón trabaje alegre y que la luz de la mañana tenga la tonalidad que solo la ilusión puede dar.

(118/66) Los colores del alma.

Los trazos surgían a pinceladas mojadas en las sensaciones de tu corazón y fuiste plasmando un hermoso paisaje de tu alma. Y en tu paleta estaba toda la gama de colores: desde el de la profunda tristeza hasta el de esa bella sonrisa que adivino en tu rostro, pasando por todo el colorido espectro de sentimientos que brotaban desde lo más íntimo de ti.

Y mientras el paisaje aparecía delante de mis ojos, me envolviste en un grato y cálido abrazo de confidencias y me enseñaste un pedacito de tu cielo, compartiéndolo conmigo. Admiré tu pintura, percibí en cada matiz el dolor, la pena, la angustia, la desesperación... pero también la ilusión, el amor, la lucha, la entrega...

Otro atardecer, a través de esa estampa, se ha vuelto a posar en mi mirada, distinto, especial y único. Atípico también pues lo compartimos estando separadas por kilómetros y meridianos, mientras tu caminabas la tarde, aquí el sol despedía su jornada y la noche llenaba lentamente mi tiempo.

Hay personas tan generosas que enseñan sin aleccionar, que con su sonrisa iluminan mis sombras y que me llenan de sensaciones compartiendo los colores de su alma pintando maravillosos paisajes proyectados desde el corazón. Aprender a conocerte es un privilegio y cada palabra envuelve un regalo para mi alma.

(115/66) Sensaciones recurrentes

(115/66) Sensaciones recurrentes

 

Hay sensaciones que se han quedado enganchadas a mi estela y me han acompañado a lo largo de mi vida llegando a entremezclarse con mis recuerdos de tal forma que, estoy segura, volverán a aparecer en mi futuro.

El escalofrío, esa mezcla de respeto y sobrecogimiento irracional, que me provoca adentrarme en una iglesia antigua: sus contraluces, sentir como una especie de fría e inexistente brisa erizándome la piel, el avasallador silencio, esa mezcla de olores: humedad, cera, incienso... me provocan tal cantidad de sensaciones y algunas tan contradictorias que acabo desconcertada.

Recorrerla despacio, sintiendo el frío que me transmiten sus piedras, la altura de sus columnas, la lejanía de sus bóvedas, la luz, deliberadamente diseñada para sumir en un tenue, sutil y fantasmal claroscuro la zona baja de la nave central, disminuyendo y aislando en su pequeñez a cualquier ser que se atreva a penetrar en el sepulcral silencio, espeso y pesado. Visitar las capillas en las que ese sobrecogimiento se acentúa ante la casi total oscuridad agudizada si cabe por la trémula y amarillenta luz de las velas, el sufrimiento reflejado en las imágenes, con un realismo exagerado y aterrador... esa permanente sensación de ser observada, juzgada y castigada sin misericordia.

Sentir todo esto, sabiendo que es un escenario, un montaje pensado y diseñado para cumplir una función determinada, precisa y muy estudiada, me hace sentir estúpida.

Otra sensación que también regresa una y otra vez, es la serena calma que me embarga cuando el atardecer nace y se desarrolla, magnífico, en la brevedad de su existencia. Esa serena calma provocada por la belleza más lujuriosa y exaltada que consigue que la tregua se declare en las luchas intestinas aún en los momentos más álgidos de la contienda, que mi respiración se tranquilice hasta casi desaparecer, mi corazón controle su ritmo y mi alma se vuelva sorda y muda a todo lo que no sea ese grandioso y magnífico instante. Una sensación a la que nunca me acostumbraré pues cada atardecer me sorprende por esa única, irrepetible y siempre superada inmensidad.

Gracias MAGEC , por esa mirada especial para capturar momentos mágicos.

Gracias por regalarme un atardecer... precisamente en uno de esos días de furia.

(113/66) Desnudez

Los que me acompañáis desde hace tiempo conocéis las motivaciones de este espacio en el que vierto mis sensaciones, mis percepciones, mis miedos, mis desconciertos, mis alegrías y mis logros, también mi imaginación ha creado alguna que otra entrada y algún que otro desvarío. Cuando empecé, ya va a hacer dos años, estaba tan segura de que nadie me leería que mi tranquilidad era totalmente absoluta; escribía para mí, nadie analizaría mis sentimientos, podía caminar desnuda porque nadie me observaba.

A medida que empezaron los comentarios surgieron dos características innatas en mí: la responsabilidad y el pudor. Había personas que estaban leyendo lo que sentía, lo que me hacía daño o lo que mi imaginación generaba; había personas que, accidentalmente, estaban participando de mi desnudez. Tuve suerte pues siempre ha sido desde el lado del respeto más exquisito y del cariño más cálido; nunca sabréis lo que eso me ha ayudado a crecer, a lograr que mi estima lograra un nivel aceptable y jamás os lo agradeceré lo suficiente.

Ha habido momentos en los que saber que estabais ahí me ha pesado, en los que mi pudor me impedía escribir sobre ciertos temas o reconocer y plasmar ciertos aspectos de mí misma, pero en los que, tras largas negociaciones e íntimas discusiones, he podido vencer esa vergüenza. Mi postura a la hora de escribir ha cambiado, sigo escribiendo para mí pues es una necesidad pero siendo consciente de que alguien va a leerlo, de que alguien puede sentirse defraudado, de que alguien puede verse reflejado en lo que escribo, en lo que siento y en como lo siento. Pero este cambio de postura ha sido solamente estético: He cuidado aún más si cabe, la forma, he tratado de mimar la palabra, he intentado conseguir la “belleza” exterior... pero el interior sigue siendo, para bien o para mal, un desnudo íntimo, privado, a veces doloroso, pero con el que he conseguido, poco a poco, poder mantener esos monólogos mirándome a los ojos y sin apartar mi mirada.

Vosotros habéis aportado muchas de las sensaciones que habéis leído aquí a lo largo de este tiempo, convirtiéndoos en co-protagonistas de mi pequeña vida. Gracias, mis niños. No sabéis realmente lo estupendos que sois y lo bien que me hacéis sentir en alguno de esos momentos de furia de los que he hablado en alguna ocasión.

(112/66) Cobardía.

Ayer fue un día extraño en el que las sensaciones me asaltaron contradictorias arroyando un estado de ánimo ya un tanto precario y desconcertado; hoy aún colean algunos de los efectos desbastadores de esa riada, provocada por una cobardía a la que no me doy acostumbrado aunque me acompañe desde siempre. Me siento incómoda cuando soy consciente de esa cobardía, cuando despierta, todo crece a mi alrededor adquiriendo dimensiones colosales que me apabullan y me superan. No soy valiente, nunca lo he sido y aunque lo he intentado y sigo en ello, no consigo adquirir esa valentía que tanto necesito. A veces pienso en el posible beneficio del olvido y aplicarlo en algunas de esas cosas que me conmueven y me destruyen, pero creo que hacerlo es cerrar los ojos a algo a lo que debo sostener la mirada a pesar de todo lo que arrastro al hacerlo. Sigue sin gustarme el reflejo que veo en ese espejo que me devuelve mi imagen, una imagen que, por defensa propia, pienso distorsionada pero que mi sinceridad me susurra que no me engañe, que ésa es la auténtica.

(111/66) Reflexión

Es triste el camino de la mentira. Por mucho que luche y trate de enfrentarse a su mayor enemiga siempre tiene el mismo final: la realidad más cruda, esa verdad que trata de eludir a toda costa, consiguiendo únicamente dejar a su paso devastación y miseria, pero nunca consigue su oscuro y extraño fin.

Y, aunque alcance el grado de maestría, ésta nunca es absoluta, pues siempre acaba resquebrajándola lo más simple, la cosa más pequeña y absurda: una brisa de sinceridad o una casualidad y su castillo de sombras, construido piedra a piedra, se derrumba inevitablemente.

Árbol estéril de bella y efímera flor que, cuando pierde sus pétalos, sus frutos son venenosos: las dudas. Amarga fruta que envenena el alma y mata el más bello de los sentimientos: la amistad.

Y qué decir del mentiroso. Solo, pensando siempre, sin poder relajarse, sin poder dar rienda suelta a sus sentimientos, siempre en guardia, sin descanso; y todo para no conseguir ese incomprensible premio pues siempre acaba castigado con el destierro inmediato y degradado de sus galones. Su vida en una continua mudanza y, errante, espera en los caminos para conseguir su alimento, su agua y su cobijo, pero para volver a destruirlos, para volver a perder todo aquello que trata de construir con una base falsa.

Somos humanos, todos mentimos, pues ¿qué es la ilusión o la fantasía sino grandes mentiras?, Aunque siempre podemos enmarcarlas en los sueños, en esos pequeños motores que nos ayudan a sonreír... eso jamás pasa con la mentira.

Puedo comprender, que no justificar, la mentira que se dice por salvar la vida, tanto la propia como la ajena, incluso la mentira interesada, la que se dice por conseguir dinero o un bien material; pero la mentira gratuita, insidiosa, sin sentido ni motivo aparente convierte la confianza en paja seca, corroe la autoestima, genera corazas cada vez más inescrutables, aísla corazones y destruye el cariño. ¿Es éste el fín del mentiroso?... no lo entiendo.

(106/66) Sin sentidos

Hoy es uno de esos días en que me encerraría en una habitación sin eco, cerraría los ojos de mi alma y dejaría que mi cuerpo me abandonara sin duda y sin lucha. Uno de esos días en los que la tristeza pesa más que las falsas ilusiones con las que me engaño, que duele más que las falsas caricias y que tan amarga como la auto mentira más despiadada.

Hoy es uno de esos días en que no ser como me gustaría ser destruye lo que soy y que, sabiendo que solo yo puedo poner el remedio, no tengo ni ganas ni fuerzas para hacerlo. Uno de esos días en los que vivir me pesa y me vacía aun más de significado, adquiriendo un sin sentido abrasador y destructivo, donde mi alto contenido en agua se resiente y se evapora convirtiéndome en un amasijo de paja y sustancia seca. Donde mis actos y mis palabras se contradicen transformándome en un espantapájaros viejo y diabólico.

Hoy es uno de esos días en los que necesitaría que ese contenido en agua fuera del cien por cien y desaparecer filtrándome en los poros doloridos y convulsos de la Tierra.

(105/66) Así soy... así parezco ser...

(105/66) Así soy... así parezco ser...

Me considero:

Una persona formal, honesta, muy serena, adulta única y exclusivamente en las grandes ocasiones; un poco payaso, de risa espontánea y pícara; con una inteligencia bastante normalita y muy poco gastada. No voy a caer en el tópico de gran amiga de mis amigos pues eso es algo que deben decir ellos; no creo ser una persona demasiada complicada; me gusta la comunicación aunque yo me considero un tema tan poco interesante que obvio hablar de mí; un poco tiquis miquis con esto de las sensaciones pues necesito entenderlas y asumirlas. Sumamente cauta para unas cosas y conscientemente inconsciente para otras. Fácilmente dañable aunque no suelo culpar a nadie pues conozco y reconozco mi inseguridad manifiesta, esta misma inseguridad hace que sea bastante susceptible pero siempre acallo esta susceptibilidad razonando fríamente y hablándome mucho, un tanto “torero” a la hora de implicarme pues me lo pienso muy mucho antes de hacerlo pero, si lo hago, asumo todas las consecuencias de ese hecho; con un sentido del ridículo un tanto peculiar pues no soy nada exhibicionista (aunque... cualquiera lo diría escribiendo esta entrada y teniendo este blog) y, en cambio, puedo ponerme a hacer el idiota sin mostrar ningún remordimiento de conciencia. Poseo un saco inmenso, que no infinito, de paciencia. Fiel, aunque un poquito pendón. No me quiero demasiado aunque tampoco me odio, creo haber alcanzado el equilibrio en ese aspecto, aunque mis años he invertido en ello. Suelo dominar mi carácter sin demasiados problemas, a menos que me “busquen” demasiado. Me levanto siempre de buen humor, haya lo que haya dormido.

Me gusta:

Transmitir esa serenidad que a mí me sienta tan bien, por lo que no soy muy dada a grandes manifestaciones de ningún tipo. Vivir y dejar vivir. Ser consecuente en todos mis actos o por lo menos intentarlo con todas mis fuerzas. Ir con los ojos abiertos, fijarme en los detalles, y preguntar cuando desconozco algo o llama mi atención. Guarecerme en el silencio cuando algo me duele intensamente. Dar la mayor cantidad posible de oportunidades y razones antes de salir en mi propia defensa, después ya no hay retorno; las sonrisas y los guiños cómplices; escuchar; conversar, sea trascendentalmente o no, con amigos, conocidos o desconocidos. Desayunar antes del primer cigarrillo del día. La formalidad y el empeño en la palabra dada. Organizar y planificar el trabajo antes de empezarlo. Respaldar con mis actos mis palabras. Escribir, la lectura, el tabaco negro (soy fumadora compulsiva), mi bebida es la cerveza y mi plato favorito el pollo con uvas.

Me molesta:

La informalidad. La falta de respeto. Sentirme engañada. Llorar en público (puesta a ser sincera, incluso en privado me cuesta horrores, me molesta hasta emocionarme en el cine). Cortar el pan para servirlo en la mesa. Que me acosen para que haga algo que no debo o no quiero hacer. Perder los papeles en situaciones complicadas. Que presupongan lo que pienso.

103/66 Mi Momento

Hay momentos que, como las sensaciones, son mágicos. Momentos en los que los sentidos se agudizan y el corazón deja oír su voz, mi alma respira profundamente y mi mente se convierte en hilo conductor de todo lo que ese momento me provoca. Uno de esos momentos, Mi Momento, es cuando me acuesto. Enciendo un cigarrillo, leo un rato más o menos largo, dependiendo del cansancio originado por el día, apago la luz y... ahí empieza Mi Momento.

Ahí mis inquietudes, mis dudas, y mis miedos me desnudan, me acarician, me poseen; ahí me enfrento a todo lo que soy, sola, sin armas ni escudos, ahí es donde me asumo, poco o mucho, eso siempre dependerá del estado de ánimo en que me encuentre, vivo lo que soy sin tapujos, sin falsos adornos exhibicionistas, sin sentir la obligación de enamorar, de convencer, de venderme, de mostrarme o de ocultarme; ahí es donde permito que mis heridas sangren y mis lágrimas, interiores y privadas, resbalen por mi alma; ahí es donde me susurro al oído todo lo que quisiera decir, en donde me reprocho los errores cometidos y los que cometeré; ahí disfruto plenamente de las alegrías, de las satisfacciones, de las ilusiones y es ahí cuando me doy ánimos para seguir...

De ese momento han surgido la mayoría de las entradas que he escrito desde la sinceridad más conscientemente subjetiva. Con esa subjetividad íntimamente deseada que me permite disfrutar de las sensaciones encontradas y vividas, de las reales y de las imaginadas, de las que me hacen feliz y las que me angustian y que me han permitido darle sentido, si es que lo tiene, a este blog.

(102/66) Desilusión

Quizás podría mostrarme más, mandar señales más claras y nítidas, hacerme notar más, mostrar lo que me hace daño o aquello que no me permite ser objetiva por mucho que lo intente; pero no lo hago, mi carácter, por mucho que vaya modelándolo, no siempre me lo permite. Quizás debiera ser mas asertiva pero no lo soy. Quizás debiera ser más asequible pero no lo soy. Quizás debiera ser más fuerte pero no lo soy. Quizás debiera ser más indiferente pero no lo soy. Quizás debiera...pero no...

A veces deposito mis ilusiones en algo o en alguien, ya sé que nadie me manda, nadie me obliga a ello, pero en mí es una necesidad. Reconozco que me duele el desengaño, la palabra sin palabra, el juego a una banda, la inconsecuencia... no culpo a nadie y asumo que la única culpable soy yo; soy adulta y debería ser más experta pero no lo soy; pero no lo soy con conocimiento de causa, no quiero serlo; me niego a que amargas experiencias pasadas destruyan hermosas posibilidades futuras.

Cuando alguien me falla no es consciente, quiero pensar que no lo es, de la ruptura que provoca en mí. Percibir que mi interés no es correspondido, que es irreal y basado en mi subjetividad me produce desasosiego, intranquilidad, incredulidad, desencanto. Algo se resquebraja en mi interior; la desconfianza y la duda se encargarán de abrir una grieta convirtiéndola en un abismo insalvable. El daño está hecho y no conozco el tratamiento para esa enfermedad llamada: Desilusión.

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Gracias Vida, por estar a este lado del abismo.

101/66. Desconcierto

Hay temporadas que mis sensaciones se relajan, llenándome de vacíos, de necesidades de encontrarlas, arrasando mis motivaciones, zambulléndome en mi silenciosa soledad para poder escucharlas... y eso me desconcierta. En otras ocasiones me desbordan, vienen de todos los flancos, parece que todas y cada una de las personas que me rodean ha decidido regalármelas a manos llenas, y eso me encanta pero, de nuevo, me desconcierta, ¡son tantas y tan diversas!. Quizás solo deba encontrar el equilibrio, ese equilibrio que me permita desenredarlas, asumirlas, entenderlas, disfrutándolas y, al mismo tiempo, poder seguir recibiendo más sin que me origine esta desazón que a veces siento. Una angustiosa sensación que me dice que estoy fallando, que no llego, que me estoy quedando corta... Transito entre la felicidad y la ilusión más absoluta y esa otra sensación de error, de que me estoy equivocando.

Vida: es increíble todo lo que originas en mí, lo que despiertas y generas en mi interior, lo que me das y lo que me permites dar... perdóname... soy incorregible.

(100/66) Distraída

Hacía días que no me sentaba a escribir. Quizás el motivo sea que ando distraída en un laberinto de fuertes emociones, con placenteros callejones que confunden mi destino, enredando mi tiempo con pura magia, entreteniéndome en momentos increíbles, recreándome en mil ilusiones. Sé a donde conducen esos callejones: los recorro expectante a la luz de una antorcha, sin prisa, intensamente, sin importarme el tiempo que me lleva, jugando a creer que tienen salida. Cierro mis ojos, mis manos recorren cada recoveco, los olores impregnan mi olfato y mi cerebro... su silencio inunda mis oídos y me dejo llevar por las sensaciones que me transmiten; quiero conocerlos a fondo, no me importa el tiempo gastado en hacerlo, los disfruto cada segundo aún sabiendo que no voy a salir por allí... también me doy cuenta de que necesito que pase algo que me convenza de que mis sombras no son reales. Recorro con dedicación y esmero cada centímetro de pared con la esperanza de encontrar el resorte oculto que abra una puerta secreta, una puerta que me haga sentir en el rostro una corriente de aire fresco, me conduzca a la salida y difumine las sombras creadas por la antorcha que conduce mis pasos. Me gusta permanecer en este laberinto... explorándolo, integrándome en su respiración, sus aromas, sus silenciosos sonidos... descubriendo sus secretos más íntimos y sumergiéndome en lo más profundo de sus entrañas... aunque me gustaría que las difusas sombras que ensombrecen mi caminar se vieran sorprendidas por la perfecta luz de la Luna Llena.

(99/66) Un grato fin de semana

A estas alturas y después de unas cuantas entradas, de bastantes sensaciones plasmadas en palabras, de algunas emociones rescatadas del laberinto de mi incomprensión, de asumir cada gesto, cada abrazo, cada risa y cada lamento... con un poco más de experiencia, un poco menos de inseguridad y con el mismo empeño en mantener mi sinceridad... no descubriría nada nuevo si dijera que sigo teniendo la misma necesidad de siempre de “ver” esas sensaciones escritas, las que me genera lo que me rodea y las inspiradas por las personas que configuran mi entorno, mi vida. Asimilarlas no es siempre tarea fácil, hay algunas (por intensas) de las que aún no me siento capaz de escribir, tal es la marea que provocan en mí.

Ayer el atardecer tuvo una tonalidad especial, no lo viví sobre mi mar, pero si sobre un mar de tierra y verde... tenía una luminosidad distinta pues lo disfruté sobre la silueta lineal de la llanura castellana. Y mientras mis ojos lo respiraban, mi mente reproducía y asimilaba lo recién vivido.

El sol, naranja intenso, me transmitía su calor a través del cristal del autocar, lentamente se zambullía en un horizonte infinito y mi mente se dejaba acompañar por aquel impresionante espectáculo, vagando por las sensaciones recién filtradas en mi alma.

La cálida sensación transmitida por el atardecer comulgando con el calor que ocupaba mi corazón, la tranquilidad del paisaje sereno con la calma que sentía en mi interior relajando mis sentidos.

 

En mi primera entrada, Reflexiones , escribí la siguiente frase:

“...la necesidad de ser sincera cuando me conecto, como una particular rebelión hacia todas las mentiras que sabes que te cuentan en la red, una íntima campaña de captación al respeto hacia mi misma y hacia los demás. Tengo la necesidad imperiosa de saber con seguridad que mi teclado y mi pantalla van a ser sinceros con tu teclado y con tu pantalla y que, en justa correspondencia, vas a hacer lo mismo; que, en el improbable caso de que tu rostro y tu voz se encuentren con mi rostro y mi voz, se transmitan lo mismo que nuestros teclados y pantallas y poder verte a los ojos teniendo la seguridad de que no voy a defraudarte porque tú ya sabes como soy.”

Ese “improbable caso” ha dejado de serlo, convirtiéndose en una grata realidad.

Gracias Gloria , Isabel y María por haber enriquecido mi particular mundo, por haberme regalado uno de esos momentos que me permiten disfrutar de la luz del sol en el rostro mientras puedo cerrar los ojos sin miedo.