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Sensación De Vida

(74/66) Hoy me siento bien

Hoy vuelvo a recuperar algo que, peleándome con la impaciencia, pensé que me costaría bastante volvería a tener: la posibilidad de encontrarme con vosotros en vuestros rincones. La sensación que he tenido esta mañana es difícil de describir sin caer en exageraciones, en desmesuras. Sensación de recuperar mi tiempo, mi espacio, mi camino elegido, ... una paz virtual, tan importante para mí como la analógica, que hacía tiempo que no sentía y que, ahora me doy cuenta, echaba demasiado en falta.

La imposibilidad de hacer algo que me gusta, que me apasiona más bien, estaba originando en mí una sorda desazón, un cierto grado de desmotivación personal a seguir con el blog, a seguir narrando mis sensaciones en este espacio que siento como de encuentro con todos vosotros, pero también me encanta visitaros, leeros, sentiros en vuestras ventanas abiertas a la vida y eso era lo que fallaba, lo que me faltaba para sentirme cómoda e implicada en este mundo virtual que hemos elegido disfrutar juntos.

Hoy he recuperado esa parte de mí, hoy me siento bien.

(73/66) Contaminación

Me he sentado delante del ordenador con ganas de escribir algo especial, aunque no sé el porqué de esas ganas pues cada una de las entradas que he publicado están escritas desde mi corazón, cuidando cada detalle, cada palabra, cada expresión, con el único deseo de que mis impresiones, mis sentimientos y sensanciones se quedaran plasmadas en cada una de ellas. No siempre lo logro, eso está claro y es algo con lo que convivo, ahora mejor que antes; racionalizar los sentimientos o describir sensaciones no siempre me resulta fácil pués separar las propias y las ajenas convierten la tarea en un laberinto en el que no siempre acierto con el camino correcto.

Ahora sé que no me importa, he aprendido a disfrutar de ese pequeño escollo, que me gusta contaminarme de lo que me rodea y he asumido que esos sentimientos nunca son íntimos y privados, que no siempre van a ser gratos y agradables pues el dolor ajeno nunca lo es, pero que, a pesar de ese dolor compartido me resulta cálido recibir las aportaciones de las personas que conforman mi grupo de vida, y he comprendido que mi vida sin eso no sería tal, que sin esas contaminaciones sería simplemente un letargo sin interés. A veces esas aportaciones son positivas, me hacen crecer como persona, me hacen sentir bien, me ayudan a entender y a entenderme, a querer y a quererme un poquito más. Otras me obligan a dar un paso atrás, pero acabo dándome cuenta de que, realmente, no es así, que cada persona que se cruza en mi camino me enseña una parte del paisaje, en mi mano está quedarme a contemplarlo o no, y esa sensación de poder decidir me gusta. Reconozco que lo he aprendido a base de quedarme sin querer a contemplar paisajes que por su fealdad me producían daño, pero eso ha servido para que admire la belleza desde lo más profundo de mi alma.

Sería fácil, quizás, quedarme extasiada ante el primer paisaje bello que he encuentrado, pero mi curiosidad me incita a tratar de descubrir otros; eso me desprotege, me deja a merced de personas que realmente no merecen la pena pero me arriesgo sin pensarlo una y otra vez a una contaminación negativa para poder descubrir nuevos y hermosos paisajes.

ABRIL , gracias por ser una de esas contaminaciones positivas, gracias por permitirme admirar otro de esos bellos paisajes que me permiten descubrir que la vida es más intensa cuando nos implicamos en vivirla.

(72/66) Lágrimas de mariposa

No sé si las mariposas lloran pero... ¿puede existir algo más sutil que la lágrima de una mariposa?.

A veces el dolor es brutal, en otras, tan sutil como una lágrima de mariposa: intenso en su origen, inmenso en su pequeñez.

Las mariposas se protegen de sus predadores con sus bellas alas; no utilizan armas, ni venenos, ni armaduras.... se visten de belleza.

Aprendamos de las mariposas... vistámonos de belleza cuando nos sintamos agredidos, depositemos nuestros feos ropajes de odio y venganza en una lágrima de mariposa para que se confundan con las gotas de rocio y se evaporen al amanecer. Imitemos su vuelo y seamos elegantes en cada uno de nuestros actos, hagamos de nuestros gestos hermosas alas de mariposa.

(71) Silencios opacos

Mírame sin miedo, pues los fantasmas que me acompañan solo me asustan a mí. Nunca se mostrarán en tu presencia.

No me mientas, el dolor de la mentira destruye mi alma sin remedio.

Prefiero el daño de la sinceridad, siempre tiene cura: el tiempo.

Destrúyeme si quieres, no voy a defenderme de ataque crueles, si eso te hace feliz, adelante, dejo mis entrañas a merced de tus cuervos. Que tu felicidad dependa de mi sufrimiento es algo que no entiendo, que nunca entenderé, ¿qué ganas con mi dolor?, quizás te haga sentir mas fuerte, mas poderoso,... pero ¿sabes?, cuando me he dado cuenta,... me has dado tanta pena. Una pena que amortigua mi dolor y hace que me sienta libre de ti, de tus patrañas, de tus silencios oscuros, opacos, tenebrosos,...como tu alma... esos silencios peores que mentiras pues sembraron mi ánimo de duda y angustia.

Créetelo, si, tus ojos no te mienten como haces tu conmigo. Tus ojos ven lo que tu cerebro se niega a admitir, me he desprendido de ti, y ahora seré yo la que te miraré sin miedo.

(70/66) Ecos

Hace días que runrunea en mi cabeza Grândola Vila Morena de Xosé Afonso , himno oficioso de la revolución de "Os Claveis" en Portugal. Yo tenía 10 años cuando sucedió pero aún asi, me vienen instantáneas de esos hechos quizás contagiadas de fotos visualizadas a posteriori. Evidentemente no es por el aniversario de aquella revolución pacífica, donde los claveles adornaron los cañones de las armas del ejército portugúes, pues fue un 25 de abril...no sé por qué será pero ahí está, revoloteando en mis tarareos.

Los gallegos mal intencionados, sobre todos los del norte, a los vigueses nos llaman portugueses; aún no entiendo por qué debo sentirme ofendida de que sitúen mi nacimiento en tan hermoso país. Desde niña he hecho muchos viajes a Portugal, está muy cerquita y forma parte del arcón de recuerdos que atesoro con cariño. Visitar al pais vecino con la excusa de ir a alguna de las ferias que tanto abundan allá es algo cotidiano para muchos vigueses, de hoy y de hace años.

Recuerdo las excursiones en autocar con mi abuela, que ella aprovechaba, igual que todos, para traer café, Sical, por supuesto, pués era "O meior café de Portugal"), la Tofina, el aceite, el jabón, las toallas al kilo,...(ya sé que era extraperlo, espero que no me lea ningún "poli" aunque creo que el delito ya ha prescrito, jejeje). Cuando llegábamos a la aduana, siempre aparecías sentada por sorpresa encima de algún kilo de café que algún mayor traía de más pués había un límite tácito de un kilo por persona y la cara de nosotros "los peques" cuando algún "senhor guardinha" entraba a inspeccionar el autocar, era todo un poema, debíamos delatarnos a kilómetros y en nuestra frente debía aparecer en un letrero luminoso: "estoy sentado encima de un kilo de café de contrabando", pero nunca pasaba nada.

Valença do Minho, Caminha, Braga, Fátima, O bon Xesús, Guimaraes, Porto, Monçao,... las fortalezas, los castillos y palacios, los jardines y alamedas,...lugares con un colorido especial, pueblos y ciudades de ambiente tranquilo que invita al paseo, sabores que se quedan prendidos en mi paladar, los fados y las familiares palabras de un idioma acogedor aunque desconocido, sonidos gratos en mis recuerdos... remotos y cercanos recuerdos que espero sigan incrementándose mientras descubro más de este país tan allegado a mi alma.

Estoy profundamente enamorada de mi tierra, Galicia, cualquiera que me conozca un poquito, lo sabe aunque debo reconocer que Portugal ha sabido cautivarme poco a poco, con ese cariño que se produce con el roce, cuando vas conociendo algo y descubres cosas que en verdad te enamoran, es como ese amigo que sabe darte lo que necesitas sin que apenas tengas que abrir la boca.

No sé porqué ronda esta canción en mi cabeza, ¿necesitaré unas vacaciones?, jejeje.


(69/66) Deseos

Desearía descubrir palabras que nunca hubiese utilizado nadie, vírgenes en su significado, jamás pronunciadas y con su sonoridad rasgar el dolor más incrustado.

Desearía experimentar sentimientos jamás sentidos para esculpirlos con letras manuscritas en las mentes fértiles de una imaginación desbordantes.

Desearía apartarme de la fuente de sutiles interfencias que consiguen convertir en mediocre lo cotidiano y contagiarme de la seguridad que la cotidianidad transmite.

Desearía partir sin ruido, dejar una huella sencilla y amable, sin fuego de artificio, con la luz de la luna como fondo y una sonrisa como compañera de viaje.

 

(68/66) Destierro

Destierro mi cuerpo al bosque de Nada, de Nadie,

ese bosque que consique que mi silencio

fluya entre las voces del Tiempo.

Me inunda el asco confuso del pecado original;

ése que nunca cometí pero del que me siento culpable.

Deslizándome entre mis sombras

asoma mi alma en retazos separados en la Distancia;

a tramos feliz, a tramos desgraciada, pasa mi vida ante tus ojos.

Dejo que tu mirada sea espectadora de mi vergüenza

para que seas testigo y destino del eco

de mis lágrimas cayendo en el abismo del único sonido permitido

a mi cuerpo desgarrado de ausencias

y que mi cordura descanse en el hombro de una fría noche de invierno.

 

(67/66) Somos estupendos

Tendemos a magnificar nuestros sentimientos, sensaciones y emociones hasta puntos insospechados. A nosotros nos duele más que a nadie, queremos más que nadie, nos hacen más daño que a nadie, no nos comprende nadie...o sea, siempre somos los más pobrecitos y maltratados del mundo mundial. En muchas ocasiones somos nosotros los causantes del dolor y del desamor, pero es que el otro es un quejica que no sabe enfrentarse a los sinsabores de esta vida ingrata, nosotros no tenemos la culpa de que lo que hagamos o dejemos de hacer produzca daño, "no tiene porque tomárselo así, tampoco es para tanto". En el colmo de la estupendidez, pues con los sentimientos de los demás siempre somos estupendos, cuando dejamos de amar esperamos que la otra persona sea comprensiva, racional y lúcida, que se retire sin hacer demasiados aspavientos para evitarnos el espectáculo lamentable de ver a alguien arrastrándose, porque tiene que comprender que el amor dura lo que dura, y que el nuestro se acabó, pero si es al revés, nos agarramos con ventosas a la pierna de la que pretende ser nuestra ex-pareja, nos arrastramos, moqueamos, lloramos y pataleamos y cuando por fin consigue desprenderse de nosotros, es un ser vil, desgraciado, desagradecido y asqueroso, que después de todo lo que le hemos dado, nos paga de esa manera.
Nuestro amor platónico es el más remás, babeamos y sufrimos cada vez que lo vemos, cada vez que tenemos noticias de esa persona. Que si te pones a pensar fríamente, es como si quieres comer una chuleta y pones una en una vitrina y te dedicas a admirarla, ¿pero es que no te das cuenta de que se va a acabar estropeando? pues con el amor platónico pasa igual, de tanto admirarlo perdemos la oportunidad de disfrutarlo, aunque quizás lo único que realmente queremos hacer es eso, admirarlo, porque si lo conseguimos nos puede pasar que nos demos cuenta de que en realidad no era tanto el amor ni tan profundo y eso es impensable pues nosotros somos la repera limonera y lo hacemos todo estupendamente.
Cuando admiramos a alguien lo hacemos con fe ciega, y tan ciega, pues no nos damos cuenta de que es un simple mortal, y después de percatarnos de ese "pequeño detalle" pasa de ser nuestro dios particular a ser el villano malvado que nos abrió los ojos de un sopapo.
Cuando somos objetivo del amor de alguien al que no correspondemos, nuestro ego se infla pero al mismo tiempo no hacemos ni caso a esa persona, pero cuando ella se da cuenta de que no tiene nada que hacer y decide cambiar su objetivo, nos sienta como una patada en donde la espalda pierde su casto nombre y pensamos automáticamente que nos estaba mintiendo y que no era tanto el amor que sentía.
En fin, creo que queda demostrado que eso de seres racionales y pensantes es otra de esas leyendas urbanas que surgen de cabezas calenturientas. ¿Somos o no somos estupendos?.

(66/66) Melancolía

Sigo triste aunque con esa tristeza resignada, madura y serena que da la experiencia y los años, o sea, la vida. Con esa tristeza que no borra la sonrisa pero que consigue hacerla más tranquila y pausada, también menos fácil, aunque más sincera y profunda. Esa tristeza melancólica de cuando sabemos que todo está bien, en su sitio, que todo es normal aunque esa normalidad no nos guste, sabiendo que todo está dentro de una normalidad que quisieramos diferente.

Una tristeza consentida, casi deseada, perfilada sobre un cielo de estrellas en las que se convierten los recuerdos revividos delante de una taza de café largo con leche bien caliente. La tristeza después de una alegría inmensa: la de poder dar esos besos y abrazos tantas veces enviados a través del viento, de conversaciones reales, de miradas en directo, de risas escuchadas sin teclados ni teléfonos por medio.

La amistad no tiene forma, espacio o tiempo, es algo que existe, que transita en cualquier forma de comunicación, que crece con el cariño y con las ganas, lo sé, pero sentirla aquí a mi lado, me ha llenado de sensaciones de plenitud, de bienestar, de sentirme más completa. Por eso, su marcha, ha aumentado la sensación de que mi espacio está un poco más vacio. Sé que no es cierto, que ella sigue aquí, a mi lado, igual que yo ocupo un trocito de su alma.

Gracias por vuestros ánimos, por vuestro cariño, por todos esos besos y abrazos que he sentido en mi alma uno a uno. Sois IMPRESIONANTES. Pero voy a abusar un poco, solo un poquito y os voy a pedir un favor: permitidme unos momentos de esta triste melancolía. Y os pido perdón por ello.

(65/66) No puedo

No puedo darme el lujo de sentir como me siento en estos momentos, sé que no puedo, porque estoy... ¿soy?... tan frágil como el fino cristal de una copa de vino,... tan frágil como la rama tierna, aún brote, de un árbol en la primavera recién nacida.

Soy, estoy, no sé... ¿vulnerable?, lo sé,... ¿lo sé?...nadie tiene la culpa de eso, soy,...¿me siento?... como el neonato que llora sin saber que acaba de ser el protagonista de una vida que acaba de manifestarse y que le ha tocado en suerte.

Me he despedido tantas veces que ya no sé cuantas, he perdido la cuenta... pero hoy, una vez más, mi alma se cubre de dolor, ¿de un nuevo dolor? Si,...¿duele de nuevo?,.. no sé, pero duele distinto... mucho. ¿Más que otras veces?...seguro, cada día duele más. ¿Más que nunca?... No, porque siempre hay algo más doloroso enquistado en nuestro corazón... pero es otra nueva despedida, es otro adiós no deseado, es una añoranza aún antes de la partida...

No estoy sola, lo sé... ¿lo sé?. Pero mi espacio es más grande que mi tiempo, necesito más, no me llega, tengo estantes de sobra y necesito sentirlos ocupados. También sé que es complicado, que aunque deje ésta mi frágil alma en cada intento, en cada esfuerzo, en cada lágrima deseada, en cada verso escrito y, aunque mil libros escribiera, siempre habrá estantes vacios.

Sólo necesitaba decirlo, solamente era eso, que la angustia saliera libre de mi garganta, esa angustia que tantas veces me atenaza, que debilita mis piernas hasta que me arrodille, que consigue que el oxígeno no llegue a mi cabeza con la fluidez necesaria. Sólo necesitaba decirlo. Quizás también necesitaba unos ojos, un rostro, un hombro... a quién decírselo... es igual, ya lo he dicho.

Quizás es la primera vez que noto que el espacio de alguien y el mio miden lo mismo, que su tiempo y el mio se mueven al mismo golpe de segundero. Quizás es la primera vez que siento de verdad que alguien dejará mi hueco vacio, que tengo ese lugar en su estante esperando por mí, que nadie podrá llenarlo como lo lleno yo.

Guardaré mi silencio al lado de su espacio, de su ausencia física, porque hay silencios, como hay espacios, que solo serán de ella. Y guardaré su espacio como si en ello me fuera la vida, porque, sinceramente, en ello me va la vida. ¡Que triste me siento!.

 

(64/66) Algún día...

Si puedes reír sin miedo ¿por qué no puedes llorar sin miedo?.

Algún día aprenderás a llorar sin temor y conseguirás rehumanizar tu alma embrutecida de desengaño.
Algún día lograrás escalar las cimas de las montañas más altas para dar rienda suelta al dolor destructivo que corroe tu corazón solitario.
Algún día destruirás los muros que te empeñas una y otra vez en construir al rededor de un mundo desorientado.
Algún día destinarás tu tiempo a ser feliz y no a dejar pasar tu vida en un continuo sentimiento de culpa y demostraciones carentes de valor.
Algún día lograrás alejarte lo suficiente para que nada ni nadie pueda destruir tus débiles defensas, y desde la distancia 
adquirirás el equilibrio que te aleje del continuo abismo al que te enfrentas.
Algún día aprenderás a disfrutar del amigo sincero sin pensamientos manchados de desconfianzas que te conducen al profundo agujero de una soledad mal adquirida.
Algún día amanecerás realmente fuerte, sin fisuras, sin máculas, sin lastres y podrás recorrer una vida que sientas tuya en plenitud.
Algún día anochecerás sin temor a dejar la vida, respirarás la calma del que tiene la conciencia tranquila y los papeles en orden, viajarás sin equipaje y podrás cerrar los ojos sin el miedo agazapado en tus párpados.
Algún día, estoy segura, yo también lo lograré... algún día...

(63) Una sonrisa y una reflexión

Sé que cuando me visitáis lo hacéis por dos razones de peso: La primera es porque os encanta el piropo que os dejo al lado del besito de gracias por vuestra visita y la segunda pero no por ello menos importante, la pregunta anti-spam con la que nos regala Blogia, y digo bien, "nos" porque cada vez que comento a vuestro comentario, yo debo recibir el regalo de contestar a tan sesuda pregunta.

Pero todos sabéis que en esta vida todo tiene un precio, por lo que os tenéis que leer el rollazo que os endilgo para poder satisfacer vuestro verdadero interés al entrar en este blog. Bueno, ya no os hago sufrir más, que sé que estaréis impacientes.

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Por mucho que nos explique, que nos cuente, que creamos saber clara y nítidamente como piensa, no es fácil ponernos en la piel de otra persona. Pocas veces tratamos de calzarnos sus zapatos, sentir como siente, como asume el dolor, como padece, como trata de buscar una solución a algún problema, solución que, por evidente a veces, nos parece increíble que no vea. Llegamos a pensar incluso que, abanderando el “es por tu bien”, podemos decir claramente lo que pensamos sin caer en la cuenta de que podemos estar haciéndole daño. No creo en lo de: “Quien bien te quiere, te hará llorar”. Pienso que antes de provocar ese llanto hay otros caminos, otras rutas. No pensamos que a lo mejor no necesita que le digamos lo que nosotros haríamos, porque ni somos esa persona ni estamos en las mismas circunstancias, ni tenemos las mismas necesidades y carencias.Quizás sencillamente necesita que la escuchen sin reproches en la mirada, con toda nuestra atención, con todo nuestro cariño. Pues realmente no es nuestro papel solucionar nada, sino ser meros compañeros de viaje, compañeros de vida:Intentar que su camino sea un poquito menos duro, menos agreste, menos solitario. Podemos ser su cayado, ayudarle a llevar la maleta e incluso intentar aligerarle de lastre, pero nada más.La maleta y el camino son personales e intransferibles, algo con lo que cada uno de nosotros tendrá que completar su viaje en la vida.Y, aunque no nos guste, nos genere impotencia, desesperación o incluso dolor, debemos mentalizarnos de que no siempre la solución está en nuestras manos. Aunque ello no debe implicar que abandonemos el deseo de ayudar y, quien sabe, encontrar esa solución.

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Ya...ala...¿a que esperáis?. Venga. Un besito y gracias por vuestra visita, (parezco una servilleta de cafetería) jejeje.

(62) Una historia de terror cotidiano

El instinto de supervivencia era el único instinto, casi lo único, que le quedaba intacto e, impulsada por  él, se arrastró hasta el teléfono. También su cara estaba intacta, él nunca le golpeaba en la cara. Se detuvo; apoyó la cabeza en el marco de la puerta del comedor en un intento desesperado de acallar el dolor que la poseía en cada movimiento, necesitaba recuperar el aliento, pero cada respiración profunda se convertía en un suplicio. Cerró los ojos, tomó aire despacio, muy despacio. Quiso retirarse el mechón de pelo que le caía sobre el rostro pero no pudo, su brazo izquierdo no le obedecía. Como pudo llegó hasta la consola de la entrada, tiró del cable para que el teléfono cayera. Descolgó, dejando el auricular en el suelo para poder marcar con la única mano que parecía funcionar.

Un tono...volvió a cerrar los ojos en un amago inútil de acabar con aquellas lágrimas que resbalaban por su cara.

Dos tonos...su corazón empezó a latir desbocado y colgó el teléfono con violencia: el ruido del ascensor le llegó nítido, los pasos en el rellano...y la puerta del vecino cerrándose. No era él. Un nuevo torrente de lágrimas y el dolor provocado por las convulsiones del llanto la dejaron agotada. Descolgó de nuevo y, luchando porque el miedo que la poseía no la impulsara a colgar de nuevo, esperó la voz al otro lado del teléfono: “Urgencias, en que puedo ayudarle....”. Explicó el motivo entre sollozos y dio su dirección. “Van para ahí una ambulancia y una patrulla, ¿podrá abrirles la puerta?.” Después de contestar, colgó el teléfono e intentando recuperarse, dejó correr los minutos. Pensando en lo que diría cuando llegara la ayuda que estaba en camino, llegó a la causa:

Él la quería, sabía que vendría arrepentido, llorando como un niño, queriendo que ella le consolara, que le acariciara la cabeza apoyándola en su regazo. La besaría entre susurros de “perdón”, de “no volverá a pasar”, de “te juro que no lo volveré a hacer”, de “controlaré estos celos locos que me poseen”...

Y ella ¿qué podía hacer sino perdonarle?.

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Esta historia está dedicada a todas esas víctimas (hombres y mujeres) que han aprendido que el amor duele, que el sentirse queridas incluye una paliza por su bien de vez en cuando, que el maltrato psicológico forma parte intrínseca de una relación de pareja y que han aceptado estas situaciones como algo natural. Decirles que es mentira pero que, si no piden ayuda, si siguen justificando a su agresor/a, si siguen pensando que es más importante la vergüenza social que su propia vida,  nadie podrá ayudarles.

También me gustaría que hiciera meditar a alguno de los verdugos (hombres y mujeres) que han conseguido, con su actitud violenta, dominante y demencial, hacer de su hogar un infierno. Que también hay ayuda para ellos, y que, en algunos casos, aún hay una ligera esperanza de reconvertir el infierno en un hogar.

(61) Olvido provocado.

En este momento me gustaría olvidarme de mi alma, olvidarme de ella en algún banco de aquella alameda que tantas veces recogió los ecos de mi niñez, el eco de las risas y las voces excitadas de alegría de mis compañeros de juegos.

Hoy me pesa tanto, que la dejaría guardada debajo de la cama, para que nadie la viera, para que nadie la encontrara, escondida tras los flecos de la colcha, salvaguardada de miradas curiosas preguntándose: ¿Qué es ese guiñapo?. Quizás la tiraría al mar, para que las olas que tantas veces han recogido mis lágrimas, la mecieran suavemente hasta calmar su dolor y que, en un sueño profundo y reparador, recuperara la levedad de su ser.

Sé que no puedo olvidarla, guardarla o tirarla, lo sé, que está tan unida a mi como mis manos, mis ojos o mi corazón. Tan imprescindible como el amor y la amistad. Que recuperará su peso específico en cuanto yo reaccione y me sobreponga. Sé que sin ella yo no sería yo.

Pero hoy............... 

me estorba el Alma.

(60) Rescates

Esta semana he estado desempolvado versos y prosas, releyendo entradas de hace meses, ejercitando los músculos de mi memoria recordando los instantes en las que fueron escritas, rescatando momentos en los que mi cordura y mi locura eran gemelas y, como no, volviendo a leer vuestros comentarios, exquisitas muestras de vuestra inmensa paciencia e inmerecido cariño.

Deslizarme entre esos textos olvidados, sentir de nuevo los dolorosos roces en mi piel que provocan los puntuales momentos que marcaron su parto, recontar el tiempo invertido en la recuperación de sentimientos pensados perdidos para siempre, tocar estas cicatrices de aquellas profundas heridas que, en aquellos momentos desquiciados, parecían realmente mortales; puede parecer un ejercicio de puro masoquismo emocional, pero no lo es.

Con los dolorosos recuerdos surgen en unión indisoluble, los otros, esos otros recuerdos de amistad, de apoyo, de cariño, de metas alcanzadas, de pruebas superadas, de pasos adelante, de fuerzas insospechadas...Todos ellos, los gratos y los aciagos, han ido configurando mi ser, son la justificacion que tengo para ser como soy, con todo el mérito y todo el descrédito que ello conlleva.

(59) Comunicación

Me encanta la virtualidad y, a pesar de la dificultad que ello conlleva, me parece un medio asombroso de conocer a personas increibles, personas singulares de las que, sin este medio, no me hubiera sido posible saber ni que existen.

Cuando entro en tu blog, leo tus palabras, lo que has querido contarme, lo que te está rondando por la cabeza, lo que te inquieta y lo que te alegra,...siempre me hago la misma pregunta: ¿cómo serás?. Trato de inventarte un rostro, ponerte estatura, color de pelo, una sonrisa o una triste mirada tras los cristales de unas gafas dependiendo de la intensidad de tus palabras... pero acabo siempre llegando a la misma conclusión: realmente me da igual, me estás enseñando tu interior ¿qué me puede importar como seas físicamente?.

Cuando nos sentamos delante de la pantalla aprovechamos para mudar nuestro caparazón pues deja de ser realmente importante, nos desnudamos de nuestras lacras físicas, de nuestros impedimentos emocionales, de nuestras vergüenzas sociales, de nuestros complejos, de nuestro yo exterior para poder mostrar nuestros sentimientos, sensaciones, preocupaciones e inquietudes. Nos comunicamos con gente que también está mudando su caparazón, de la que no tenemos referencia física y a la que vamos a valorar por sus palabras reflejadas en un escrito, por una pregunta, por una respuesta,...

Que bello y relajante resulta conocer a alguien sin tener que adornar nuestro caparazón para que resulte agradable, que dé igual si es bonito o feo, si es perfecto o tiene taras, si grande o pequeño, porque nos conocemos por como somos no por nuestra apariencia. Todos partimos en igualdad de condiciones, todos partimos de cero. Sin beneficios ni perjuicios, evitando los primeros escollos: los prejuicios y la compasión mal entendida.

 

 

(58) Pliegues

Quiero

localizar cada cicatriz de tu alma. Quiero recorrerlas con mis labios y aplacar con mil besos el dolor que te infieren. Quiero comprender cada pliegue, cada nudo y cada lazo de tu cuerpo. Quiero oir tu voz y que con sus matices me cuenta cosas que tus palabras no saben decir. Quiero sentirte en cada segundo de mi aliento, acariciarte sin tiempo y sin espacio, lentamente, sin delirio recorrerte con mi manos, cerrar mis ojos y adivinar todos los susurros de tu cuerpo.

Quiero

dibujarte el amor con las yemas de mis dedos, elevarte a la cima y, en caida libre, sumergirnos en el placer absoluto. Deslizarme por debajo de tu piel, infiltrarme en tu venas y transmitirte  sensaciones  estrenadas con cada roce de mi piel en tu piel. Quiero alimentar tu hambre, aplacar mi eterna sed de tí con cada lágrima de tus ojos, con cada gota de tu sudor enfebrecido de deseo.

Absórveme en cada jadeo.

Quiero desmembrarte de felicidad

y con tu estallido de placer romperme en mil pedazos.

¿QUIERES?

(57) Desequilibrios

Quizás tanto mi prisa como mis pausas, estén marcando el ritmo de mi vida, no sé si es bueno o es malo, estoy analizándolo.  Dudo de que sea bueno estar analizando continuamente mi vida, aunque eso es algo que no puedo evitar. La someto a un continuo y profundo exámen, veo los pros y los contras de todo, aunque no siempre dependa de mí y el hecho de esa dependencia externa me exaspera. Toda la serenidad y la concentración que consigo en las cosas que me someten a una fuerte presión, generan en mí un equilibrio del que, en muchas ocasiones, me pregunto de donde surge. En cambio, esas pequeñas cosas que me desequilibran y que consiguen que me desconcentre de mi tranquilidad natural, me desconciertan y provocan en mi una desazón profunda: ¿será el precio que tengo que pagar por una "supuesta seguridad" en los momentos más trascendentales? ¿Es lo que me cuesta esa frialdad rayana en la frigidez mental que consigo en las crisis más adversas? No lo sé, pero es algo  que me provoca una gran batalla interior.

A veces me gustaría reaccionar como una persona "normal", ante lo pequeño y ante lo grande, perder este pseudo control y permitirme momentos públicos de crisis, aunque reconozco que no puedo, es superior a mí.

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Eliminemos Las Barreras Arquitectónicas. 

Hoy quiero unirme a este deseo, un deseo que suscribo sin dudar, aunque asumo mi incapacidad para desprenderme de ellas.

Gracias, BRISA, como siempre, me has hecho pensar y sentir,  buena amiga .

(http://claraboya.blogia.com)

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(56) Hasta el final

Enséñame tu alma como la flor abre sus pétalos,
suavemente, sin prisa, compartiendo su secreto.
Enséñamela sin miedo, intentaré conocerla
como conozco tu cuerpo, con pasión y con respeto,
espero aprender a amarte hasta el final de los tiempos. 
Recorriendo sus veredas, conociendo sus desiertos,
quiero llegar a la cima de tus  sentimientos,
y gozándo del paisaje en su impoluto destello,
espero querer amarte hasta el final de los tiempos.
Exquisita flor que en su interior guarda el amor
de quien ama sin pudor, de quien ama con esmero,
del querer por querer, del te quiero porque quiero.
Espero poder amarte hasta el final de los tiempos.
Patentar su descubrimiento como si mio fuera el mérito
de la fortaleza de tu alma, del calor de tu cuerpo.
Espero saber amarte hasta el final de los tiempos.

(55) Conóceme así, sin tener que ordenarme...

Conóceme así, sin tener que ordenarme, con frases sueltas, queriendo amarte...

 Esta frase que utilicé en la entrada anterior, me acompaña desde hace muchos años. Generada en un momento de serias dudas adolescentes cuando no tenía claras muchas cosas. Pensada cuando las realidades me golpeaban y negaba evidencias que, por otro lado, estaban claras y diáfanas en mi interior.Aunque pueda dar lugar a pensar que es, que era una declaración de amor, lo cierto es que no surgió como eso. Nació como una necesidad íntima, un grito en soledad,...En aquellos instantes mi “sospecha” era una carga muy pesada, mi inseguridad necesitaba la aceptación de la gente que quería (y tenía), pero no podía dar explicaciones (que nadie me pedía) porque no las tenía pero que yo estaba convencida que debería dar.Han pasado los años y aún conservo algunas cosas de mi adolescencia: Esa frase que vuelve muy a menudo a mi cabeza, mi inseguridad, mi novia de la que me enamoré sin opciones y de la que sigo enamorada hasta la médula y mi miedo a tener que “ordenarme” cada vez que conozco a alguien que me enamora, porque, aún siendo fiel a mi niña, me enamoro constantemente.